lunes, 5 de abril de 2010

el pesar de la eternidad


El viento acunaba su cabello, lo mecía; Los ojos giraron con tranquilidad para mirar aquella dama, unos ojos marrones penetrantes y fríos, envueltos en un misterio al igual que la noche envolvía a los dos presentes. No existen las presentaciones para las almas gemelas, ella no le conocía de nada, pero RECONOCIA algo en él, algo la llamaba hasta su lado y la llamada no fue ignorada, camino ligera hasta donde se encontraba, sus recalcados modales la obligaban a bajar su triste y apagada mirada hacía el suelo, solo una mano que acaricio su barbilla suavemente se la levanto.

“No tengas miedo ni vergüenza” salió de entre sus finos labios, algo pálidos por el frió del lugar, la respuesta de ella era un temblor en su mandíbula, puede que debido a la temperatura o quizás debido a ese miedo y vergüenza que él acababa de pedir que abandonara, finalmente se atrevió a responderle con una pregunta cargada de curiosidad

“¿Quién eres tú?”, la respuesta que obtuvo fue una sonrisa, mezcla de orgullo y de satisfacción mientras observaba sus labios, carnosos moverse para formular la pregunta; el gesto la dejo extrañada, su expresión era de curiosidad y atención

“decídmelo, ¿quién sois vos?” acaricio el cabello de la dama, con cuidado, como si quisiera experimentar su suavidad en sus ásperas manos.

“¿no me recuerdas? Sé que ha pasado una vida entera, pero puedo ver más allá de tus ojos de frío verdor, puedo ver tu alma, también soy consciente de que no me equivoco” Mientras el continuaba hablando del tema la seriedad del rostro de la dama enmarcaba su preocupación, no entendía nada de lo que él hablaba; ¿era brujería? ¿era lo que aquel entonces se conocía como destino? No entendía nada, pero aun así en lo más hondo de su ser algo la gritaba que le escuchase, pero su rostro seguía con la misma preocupación inherente al oírle y este opto por posar su mano con delicadeza sobre su mirada, haciendo que ella viera de forma extraña lo que el vio.

Muerte, dolor, tristeza, pena, muchas experiencias rodeaban a las visiones en las que solo pudo ver con claridad en esos rápidos fragmentos de vida como una dama, de edad temprana como ella era juzgada por la muchedumbre, como la acusaban de amante del diablo, observaba la escena desde lejos? desde la lejanía que a él le ocultaba en ese momento. Cuando los fuegos se encendieron en esa pira un rojo intenso y carmesí cubrió su vista, eran lágrimas de sangre. Lagrimas que brotaban desde el corazón de él. Lagrimas acompañadas de un amargo licor llamado ira y tristeza, lagrimas acompañadas por tan solo el frío del lugar y la soledad que sentía al ver como el ser que mas amaba él se desvanecía envuelta en dolor y las llamas, unas llamas que ardían como su ira en su muerto corazón.

El shock que recibió al ver esto la hizo caer atrás, quedando sentada y sumida en la nieve del lugar; ella aun no comprendía lo que había visto del todo, pero podía comprender mejor lo que ese desconocido notaba, ese sentimiento de confianza que la gritaba “escúchale”, algo que la decía que no mentía.

“No sabes la eternidad que he tenido que esperar, la sangre que vertí en tu nombre aquella noche, como el fuego que te consumió desterró de mi los sentimientos que me hacían sentir humano”.

Las últimas palabras se grabaron en la cabeza de aquella doncella, se levanto sobresalta por esta retrocediendo un poco, cosa que logro alarmar al sujeto, el cual solo extendió su brazo, impotente no hizo nada por acercarla, lo único que se aprecio fue como una de esas lagrimas que vio ella a través de sus ojos resbalaba por su mejilla.

“no?” dijo él con un tono de frustración y fracaso “NO!” y comenzó a retroceder paso a paso, sabía que estaba horrorizada, no temía morir, temía el rechazo de esa dama, temía la soledad tras tantas décadas de búsqueda.

“Será que mi destino es la soledad y no tú? será que me ilusione por escapar de este oscuro mundo usando la luz de tu mirada como guía? pero la realidad es? la misma que antaño?” Temeroso caminó hacia un callejón que componía las callejuelas del reino, quería escapar de allí, desvanecerse antes de que ella al seguirle alarmada y avergonzada por su reacción ante él la hiciera cruzar esa esquina detrás suya. La sangre le ardía con ese sentimiento, quemaba, se evaporaba para envolverle en un oscuro hechizo que le hizo desaparecer de allí de sus ojos, de esos ojos verdes que tanto llego a amar; necesitaba olvidar o su solo recuerdo le robaría la cordura, necesitaba pensar en que había fallado y cuál sería su verdadero destino, “el olvido”? parecía consolarle esa idea antes de volver a contemplar esa expresión de miedo en el ser que más amaba en el mundo, parecía una dulce panacea, tentativa de curar sus heridas con una insensibilidad tan anti natural como su condición vampírica…

Y qué podía hacer acaso? Arriesgarse a que la historia se volviera a repetir?.. era mejor dejarla marchar para… que pudiera vivir

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