viernes, 22 de junio de 2012

Pulp Story




Entiendo a donde quieres llegar a parar –dijo la nerviosa voz, cargada de risa para disimular el nerviosismo que abundaba en el timbre de su voz– pero es mucho dinero para dártelo mañana –sin embargo no estaba del todo cómodo al justificarse, al percatarse de la ansiedad que palpitaba en aquella vena en el rostro de “el bello” Malone, el capo de la zona que permanecía con su impoluto traje gris ceniza, acompañado de una impecable camisa de color carmesí, para su gusto “malgastando” su tiempo al escuchar como aquella cucaracha seguía sin entender que un “no” significaba sentenciar su vida. –Roba, asesina, vende tu mierda Kurt, pero o me das mi dinero o mañana tus únicos clientes serán los gusanos que coman tu puta carne- Cutley “el bello” Malone empezó hace 15 años a trabajar para la familia, de familia pobre empezó a hacer recados para el señor Costello con la edad de 14 años, a los 17 años, antes de tan siquiera perder su virginidad perdió la inocencia tras haber robado, amenazado, chantajeado y con esa edad finalmente asesinado a su primera víctima, un pobre diablo que contrajo una larga deuda cuyos intereses formaban una suma de diez mil dólares. Tras todo aquello el valor por la vida y la moral humana fueron descendiendo en Malone, su mirada parda perdió todo rastro de humanidad, dejando en su lugar una fija y fría mirada en su semblante, mirada que estaba ahora en la forzada sonrisa de hiena que mantenía “su actual socio en aquella reunión de finanzas”… y es que realmente todo eran negocios en aquella vida infestada de prestamistas con sonrisa de tiburón, contrabandistas de armas, drogas y finalmente la chusma con la que ahora trataba: los camellos o los vendedores de esa mierda, gente prescindible hasta el punto de que “el bello” Malone nunca pestañearía al apretar el gatillo para segar una más. Kurt solo tenía 24 horas para reunir la suma de su préstamo más los intereses que ellos añadieron haciendo la suma de diez mil dólares.


Nunca se podía liquidar a alguien cuya suma fuera muy alta, ya que al liquidarlo no se cobra todo ese dinero, no… las balas se reservaban para imbéciles incapaces de devolver un pequeño préstamo hasta que los intereses valían más que el dinero que se dejo a esa piltrafilla. Aquellos 4000 dólares eran el precio por su propio asesinato si no devolvía la suma total. No le importaba tener que ensuciarse las manos para que los camellos de la zona estuvieran más al tanto de lo que pasa cuando no se paga la mercancía. Además si aquel idiota conservase mercancía bien podría hacer un pequeño trato con Donnie para vender esa mierda y sacar algo de provecho. Al ser conducido por los pasillos de aquella instalación desolada y cubierta de polvo y suciedad donde mirara Kurt (es meramente el cascarón vacío de una nave industrial abandonada), una vez fuera le lanzaron contra el suelo… era obvio que su próximo paso iba a ser el salir de allí. Tras recomponerse de aquella brusca caída deslizó su mano derecha para poder apoyarse al ir levantándose del suelo, su zurda sin embargo fue de inmediato hasta la frente que estaba completamente cubierta de sudor, debido al terror que había podido sentir allí con Malone y sus matones. Sin más dilación Kurt salió de allí como alma que lleva el diablo para perderse entre las clónicas calles que componían el polígono industrial de la ciudad.


Aquella labor era algo imposible para esa sabandija de al por menor que era Kurt, para “el bello” era simplemente una manera de poder liquidar un asunto más tarde y poder limpiar del cadáver todo lo que él consiguiera que sin duda apostaba que no sería mayor de 5000 dólares, una sustanciosa distracción con la que Malone podía atender asuntos de mayor calibre. 

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