Entiendo a donde
quieres llegar a parar –dijo la nerviosa voz, cargada de risa para
disimular el nerviosismo que abundaba en el timbre de su voz– pero es mucho dinero para dártelo mañana –sin
embargo no estaba del todo cómodo al justificarse, al percatarse de la ansiedad
que palpitaba en aquella vena en el rostro de “el bello” Malone, el capo de la
zona que permanecía con su impoluto traje gris ceniza, acompañado de una
impecable camisa de color carmesí, para su gusto “malgastando” su tiempo al
escuchar como aquella cucaracha seguía sin entender que un “no” significaba
sentenciar su vida. –Roba, asesina, vende tu mierda Kurt, pero o me das mi dinero o mañana
tus únicos clientes serán los gusanos que coman tu puta carne- Cutley
“el bello” Malone empezó hace 15 años a trabajar para la familia, de familia
pobre empezó a hacer recados para el señor Costello con la edad de 14 años, a
los 17 años, antes de tan siquiera perder su virginidad perdió la inocencia
tras haber robado, amenazado, chantajeado y con esa edad finalmente asesinado a
su primera víctima, un pobre diablo que contrajo una larga deuda cuyos
intereses formaban una suma de diez mil dólares. Tras todo aquello el valor por
la vida y la moral humana fueron descendiendo en Malone, su mirada parda perdió
todo rastro de humanidad, dejando en su lugar una fija y fría mirada en su
semblante, mirada que estaba ahora en la forzada sonrisa de hiena que mantenía
“su actual socio en aquella reunión de finanzas”… y es que realmente todo eran
negocios en aquella vida infestada de prestamistas con sonrisa de tiburón,
contrabandistas de armas, drogas y finalmente la chusma con la que ahora
trataba: los camellos o los vendedores de esa mierda, gente prescindible hasta
el punto de que “el bello” Malone nunca pestañearía al apretar el gatillo para
segar una más. Kurt solo tenía 24 horas para reunir la suma de su préstamo más
los intereses que ellos añadieron haciendo la suma de diez mil dólares.
Nunca se podía liquidar a alguien cuya suma fuera muy alta,
ya que al liquidarlo no se cobra todo ese dinero, no… las balas se reservaban
para imbéciles incapaces de devolver un pequeño préstamo hasta que los
intereses valían más que el dinero que se dejo a esa piltrafilla. Aquellos 4000
dólares eran el precio por su propio asesinato si no devolvía la suma total. No
le importaba tener que ensuciarse las manos para que los camellos de la zona
estuvieran más al tanto de lo que pasa cuando no se paga la mercancía. Además
si aquel idiota conservase mercancía bien podría hacer un pequeño trato con
Donnie para vender esa mierda y sacar algo de provecho. Al ser conducido por
los pasillos de aquella instalación desolada y cubierta de polvo y suciedad
donde mirara Kurt (es meramente el cascarón vacío de una nave industrial
abandonada), una vez fuera le lanzaron contra el suelo… era obvio que su
próximo paso iba a ser el salir de allí. Tras recomponerse de aquella brusca
caída deslizó su mano derecha para poder apoyarse al ir levantándose del suelo,
su zurda sin embargo fue de inmediato hasta la frente que estaba completamente
cubierta de sudor, debido al terror que había podido sentir allí con Malone y
sus matones. Sin más dilación Kurt salió de allí como alma que lleva el diablo
para perderse entre las clónicas calles que componían el polígono industrial de
la ciudad.
Aquella labor era algo imposible para esa sabandija de al
por menor que era Kurt, para “el bello” era simplemente una manera de poder
liquidar un asunto más tarde y poder limpiar del cadáver todo lo que él
consiguiera que sin duda apostaba que no sería mayor de 5000 dólares, una
sustanciosa distracción con la que Malone podía atender asuntos de mayor
calibre.
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