No pasó mucho tiempo desde que empezara a
soñar con ella, su cabellera compuesta por una ondulante y carmesí catarata, su
piel pálida y nívea además del brillo de sus ojos que le irradiaba de cierta
felicidad cada vez que sus miradas coincidían. Él buscaba retener cada detalle,
cada momento. Una noche en su búsqueda, el dios del sueño se presentó para
ayudar al joven artista. Le dio una pista: Para poder convertirla en tu obra de
arte tendrás que conocerla. Al despertar, el siguiente día hizo aquello... resultando
en su mayor obra de arte: el amor entre ellos dos
Querida Ana María.
Hace 10 años
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