viernes, 22 de junio de 2012

La dulce opera




Cómo era de menester, él aprovechó para pasear por las nocturnas calles -la escena ocurre de noche- por doquier, buscando calmar aquella oscura necesidad, esa primigenia sed para la bestia poder acallar. "Y dónde diablos podría ir, dónde podría ser?" Se preguntaba mientras sus pies continuaban aquella caminata, mientras paseaba. Su celeste mirada se fijó en uno de los teatros de alrededor. Pudo leer que un concierto anunciado estaba en un cartel "No hay sangre igual que la de una actriz que por este arte sienta una pasión irracional". La lengua paseó alrededor de los afilados caninos para otorgar una expresión que reflejaba su interés.

Anunciado estaba el recital de un concierto de Bach... mas no es que fuera de su agrado, sin embargo aquello no era el centro de su atención... en realidad necesitaba colmar ese deseo sagrado, volver a sentir los latidos de su negro corazón mientras degustaba aquella vitae que tan desquiciado le trae para mantener su inmortal condición.

vayamos pues Vocalizó el pensamiento que su mente razonaba a medida que sus zapatos recorrían aquella vía empedrada. Con algunas libras en su bolsillo tendría suficiente para pagarse la entrada e incluso quizá contratar alguna participante de la banda para calmar ese carácter tan pillo. una entrada si es tan amable Díjose fingiendo un talante que le permite poder desapercibido pasar. El teatro presentaba una arquitectura románica, ancho y amplio; no obstante de muy pocas plantas... las amplias columnas de mármol estaban ya engrisecidas por el paso de los años. Ante la enorme y magistral entrada más personas de alta cuna o aristócratas pasaban tras haber pagado cómo él su correspondiente diezmo para ese concierto poder ver -o escuchar mejor dicho- gallinero por favor. Respondía nuevamente ante el muchacho, deseaba poder observar a los presentes de la orquesta que con aquella música les iban a deleitar.

En el hall recibidor apreciaba mucho mejor la clase de personas que asistían. Varias damas maquilladas discutían en voz baja cual urracas de los escándalos y rumores que circulaban sobre algunos de los presentes o no presentes, emitiendo risas crueles por algunos apuntes que se daban entre ellas. Algunos matrimonios avanzaban, con sus respectivas damas cogiendo a sus maridos del brazo... otros cómo él habían ido hasta allí sin compañía alguna. La variedad de vestidos y trajes le sorprendía. Levitas, camisolas, casacas, sombreros de copa, de bombín e incluso algunos elegantes emplumados de dama con rejillas que tapaban los rostros surcados de arrugas de las damas... Los vestidos de volantes, con faldas largas, dejando un escote que les daba a las muchachas el aspecto de un pavo real. Menudo espectáculo. masculla en voz queda y baja, intentando avanzar. hasta la localidad que había pedido. Deseando que al ser un lugar apartado no hubiera sido solicitado por ningún patético mortal...

Al cruzar ese pasillo decorado con ciertos lienzos -copias de algunas grandes obras conocidas... otras de mera decoración, desconocidas para alguien cómo él que no estaba metido en el mundo del arte- elegantes cómodas que estaban coronadas por floreros de distinta clase y en ellos flores para poder dejar un ambiente perfumado. Finalmente subió una escalera tapizada en la parte central, dejando desnudo en cada extremo los escalones de blanca baldosa para poder subir hasta los gallineros, uno a uno los fue inspeccionando para cerciorarse de alguna habitación en la que no hubiera nadie, y una vez finalizada la labor ocupó un asiento en esa silla de cerezo, con un pequeño cojín con forro de terciopelo tanto en el respaldo como en la base dónde sentarse. El tiempo fue pasando, esperando en su asiento mientras con un gesto para acomodarse colocó sus codos sobre la barandilla de aquel gallinero, esperando que aquel telón de color caoba con los bordes ribeteados en un color dorado. Se podía escuchar de fondo no obstante el sonido de los violines, cellos y demás instrumentos de la banda que se estaban afinando; algunas toses del público, murmullos que realzaban la impaciencia de aquellos que permanecían en esa morada, ese teatro. Con sus codos apoyados en la barandilla aproximó sus manos hasta la barbilla, frotándosela mientras estaba pensativo... "qué estrategia usar para poderse camelar a una triste mortal?" Ah, sí su viperina lengua le fallaba aún podía hacer uso de sus poderes otorgados por su linaje y gracias a su sangre... un pequeño sacrificio dispuesto a hacer con tal de que su sed pudiera satisfacer.

Finalmente llego aquel momento esperado, el telón subió. Mostrando la orquesta al completo junto al director que estaba dándoles la espalda para mirar al público. Hizose una reverencia ante estos para rápidamente girarse y alzar aquella fina batuta. En el momento que la mano comenzó a moverse la música se hizo de sonar, inundando con esa dulce música todo el lugar. Violines, violas, cellos e incluso dos contrabajos formaban la sinfonía de cuerda frotada, acompañando y de vez en cuando las riendas tomando a la melodía del piano. Timbales y metalofonos daban ese peculiar toque que le faltaba a cada nota y acorde... "vive dios, esto tampoco está tan mal" pensaba mientras podía disfrutar de la música. La cristalina mirada de él se fijó en la violinista principal: Cubierta con un exquisito vestido azul celeste... que hacía juego con los ojos atentos del vampiro, la tela de seda danzaba al compas que la muchacha movía el arco para arrancar ese delicioso gemido del instrumento. El cabello castaño rizado lo tenía recogido en un moño atado por exquisitas ligas decoradas en los extremos con vistosas joyas... rojas... "rubíes, quizá... o una hermosa imitación" pensaba cautivado al observar aquella joven, pero lo que más le llamo la atención era aquella verde mirada, ausente por la concentración con la que esa doncella estaba tocando la pieza... Él no pudo evitar morderse su labio inferior, mostrando de aquella manera su creciente interés por esa mujer.

Pero sólo era eso... su sed, cómo ser carente de sentimientos aquella música por hermosa que fuera y lo bien desempañada que lo llevara la banda no arrancaba nada de su podrida alma. Era la bestia quién hablaba, quién procuraba ese interés por aquella mujer... y es que si no fuera por esa melodía su atención se hubiera intentado centrar en el pulso de ella... estaría tranquilo o acelerado? la música y la lejanía le impedían poderlo averiguar. Hizo un ademan de pesar... se le estaba haciendo eterno aquel concierto y deseaba poder pagar por pasar hasta los camerinos... a esos "artistas" poder conocer, en especial aquella mujer... deseaba hincarla el diente... literal y metafóricamente. Mientras tanto su penetrante mirada se entrecerró, intentando buscar un significado a aquellas aburridas notas que les deleitaban; la siguiente pieza... suite? sonata?-de nuevo palabras extrañas para un ser cruel que no encuentra satisfacción en el arte... a no ser que el asesinato se considerase como tal-había comenzado, dejando de lado al resto de la orquesta a excepción del pianista-un joven bien atractivo, de cabello rubio como el de él, a excepción de que lo llevaba corto y bien cuidado, vestido con un elegante y exquisito esmoquin negro-y su anhelada violinista.

Con un deje de completa indiferencia aguardaba en el sitio. No obstante los presentes del teatro parecían disfrutar mucho más que él. Las atentas miradas de los mortales estaban clavadas en esos dos jóvenes, el único sonido que pudiera apreciar de cuando en cuando era una tos ahogada y queda desde los asientos que tenía debajo. Por fin las lámparas de gas intensificaron aquella luz artificial, anunciando el final del concierto. Los aplausos se escuchaban por doquier en los comensales que habían asistido al recital. Las voces de los mortales revoloteaban el lugar y él estuvo a punto de dar gracias a Dios por terminar esa tortura de hacerle esperar -cosa que odiaba-. "Menos mal, ahora... veamos a que infeliz sobornaré para adentrarme en los camerinos..." Pensaba mientras iba abandonando aquella estancia, rebuscando con su diestra las monedas que portaba... a veces sentía el temor que su pequeña fortuna no fuera suficiente para comprar la compañía de aquella muchacha de ojos verdes y vestido celeste; con marcha apresurada bajó las escaleras para volver al hall, contemplando de nuevo aquella macabra reunión de lores y damas, echaba de menos épocas anteriores, al menos los Tudor solían tener más gracia en esos juegos de rumores, tanto ciertos como falacias. Ignoraba aquella dantesca escena para poder acercarse hasta un joven vestido con el uniforme de trabajador del teatro...

Discúlpeme caballero… Mentía, el mozo no llegaría ni a la veintena, pero había que hacer gala de modales para poder causar mayor simpatía al muchacho Me he quedado prendado con la actuación y siento curiosidad... la cual quisiera satisfacer... de saber si a los artistas pudiera conocer.

No podría señor, si algo pasase y además se enterasen de que le permití pasar estaría poniendo en juego mi trabajo... es mucho riesgo. Vaya, al menos ese muchacho era sincero de labia. Hizo mover el dinero en su bolsillo, haciendo sonar el tintineo del dinero como seña antes de hablar y contar esa oferta que tenía para el chaval.

y de cuánto estamos hablando pues, qué precio tiene su valor en efecto de realizar ese "riesgo" para poder cumplir mi satisfacción. Acto seguido sacó cinco libras, mostrándolas en su palma y estrechando su mano del mozo para inclinarse y susurrarle: De rechazarlo me sentiría tan ofendido que me inventaría cualquier ofensa de vos, pensad bien el aceptar o no
aquel muchacho tragó saliva preocupado... de aceptar ganaría cinco libras y de no pudiera perder su mísero empleo... el vampiro supo de inmediato que la voluntad de aquel renacuajo había sido torcida... y es que cómo compararse con alguien... algo que había vivido muchas más vidas? Muy bien señor, por favor sígame... Díjose para dirigirle hasta una puerta que desbloquea gracias a una llave de un matojo que de su cintura cuelga. Al pasar él hizo un ademan de silencio, llevándose el dedo índice a sus labios a ese muchacho, pasando dentro y dejando que la cerrara de nuevo... el chico fue guiándole por las instalaciones... pasando finalmente hasta los camerinos dónde la orquesta estaba guardando sus instrumentos para seguir su camino. Apartaba un mechón de su cabello dorado mientras iba observando por todos lados. Su celeste mirada se detuvo enseguida al localizar su tan deseada víctima. Allí estaba, enrollando con mimo el violín en un suave paño antes de guardarlo en su estuche… pudo notar que la mirada de esa muchacha permanecía tan ausente como en el concierto. Así qué no era la concentración. Musitó en voz baja.

Fue acercándose hasta la muchacha, zafándose entre las personas que poblaban aquella cámara, observándoles de cuando en cuando para poder apreciar el aroma del ambiente que puede gozar una banda de música de tal parangón. Los jóvenes estaban reponiéndose con sendos vasos de agua y alguna que otra copa de vino especiado… Ahora en aquel lugar era testigo de otra clase de música: del ritmo del pulso de cada uno de los presentes… aquella dulce melodía que tanto se le asemejaba a un réquiem para él. No obstante Él era experimentado, perfecto conocedor de que sin gozar del consentimiento del líder de la orquesta no podría hacer nada con aquella muchacha, por lo que sus pasos fueron hasta el director. Mi más profundo y honesto agradecimiento por poder deleitarnos con tal hermosa pieza de Johan Sebastian Bach, maese. El director mostró una expresión cargada de incomodidad, no estaba acostumbrado a que extraños importunasen por el lugar. El vampiro -obviamente- pudo notar eso, sin embargo decidió hacer oídos sordos -ojos ciegos mejor dicho- ante tal gesto. Continuó su elaborado discurso que ya había pensado  No he podido evitar fijarme en los sentimientos que arrancaban las cuerdas frotadas de su violinista principal. Era extraño, pensaba el director de la orquesta debido a que no era lo acordado ni lo acostumbrado. Caballero, Lucretia no acostumbra a recibir la visita de admiradores… no creo que le gusta… Pero no le dejo ni acabar la frase, las mejillas del vástago dibujaron una amplia sonrisa mientras le observaba con una mirada penetrante, fija como la de un felino a punto de saltar sobre su presa. Estoy seguro de que la efigie del rey a usted le convencerá Díjole mientras le entregaba en mano 10 libras al caballero… sin duda aquel capricho le estaba saliendo bastante caro… pero lo que no podía imaginar era que el orgullo y testarudez del mortal le harían ese dinero rechazar. Pero aquel gesto poco importó, ambos rostros se giraron hasta la dama en cuestión cuándo anonadada… cómo si unos finos hilos tirasen de su cuerpo o si estuviera adormilada ella se levantó… 

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