sábado, 28 de junio de 2014

Eterno lector

Un leve soplo que un encogimiento crea
en la agotada alma del canalla,
a cuestas con sus sueños e ilusiones 
que observa mientras calla, 

Marcado por el vacío, el odio, y un profundo rechazo
estigmas que le atacan en la cama, 
y mientras la imagen de un fantasma, 
leyendo un libro, sonriendo sobre el regazo.

Marcado rencor, ardiendo cual brasa,
Construyo con su soledad los muros con los que se defiende,
Eterno lector de un mundo del que se desentiende,
Desistiendo como actor al meter tanto la pata.

En el ocaso de la vida

Una mente que zozobra 
una ilusión por ahogar, 
y cual espina clavada 
Sangrando se va; 

Labios que se agrietan 
privados de felicidad, 
Y no le tiembla el pulso 
para volverse a embotar; 

Ponzoña que ahoga al sueño 
arrastra y hunde para olvidar, 
duele, pasa, se ignora... 
Hasta empezar a zozobrar; 

Y en esos momentos horrorosos 
Suspiro, a punto de hallar, 
El recuerdo más bello,
y también el más letal; 

“eso soy yo, que al acaso 
cruzo el mundo sin pensar 
de dónde vengo ni a dónde 
mis pasos me llevarán.” (Gustavo Adolfo Becquer, Rima II)

Orgullo

He entonado tantas veces el mismo canto 
de historias bajo la rubia espumosa 
Tengo otra historia más por contar 
Aportar la luz a una existencia tenebrosa. 




Yo, que como hombre experimentado 
tomando de mi mente, como un gran idiota
con frases que fueron hace ya algún tiempo
Inspiración de gozo y alegría, dicha y honra. 




Pero es inútil insistir, que en vano 
tiembla el pulso de la mano; y entonces, ¡ay, maldita!,
si, gozando de la oportunidad en tu oído,
susurrarla, que no reúno orgullo para mantener tal error.

Despertando en nunca jamás.

Cual desafío mirar el fantasma de tu recuerdo 
Para sentirse vacío mirando la oscuridad;
Y ese escalofrío al no poderte alcanzar
Volviendo de nuevo a despertar.

Y se fue. Con toda suerte
 A un lugar mucho mejor;
 Ella en su vida, yo en mis recuerdos 
De lo que fue amor.